# Señor minino -comenzó Alicia,
con cierta timidez,
al no saber muy bien si al Gato le gustaría aquel nombre;
pero el Gato seguía sonriendo y ello le animó a la niña
a continuar (*parece que se lo toma bien+)
# Podría usted indicarme la dirección que debo
seguir desde aquí?
# Eso depende -le contestó el Gato- de adónde quieras llegar.
# No me importa adónde... -empezó a decir Alicia.
# En ese caso, tampoco importa la dirección que tomes -le dijo el
Gato-.
[Lewis
CARROLL, Alicia en el país de las maravillas]
*De una cosa estamos absolutamente seguros: el gatito blanco
no tuvo nada que ver en aquel desaguisado.
Toda la culpa fue del gatito negro. La vieja gata había
estado sometiendo
al minino blanco a una cuidadosa operación de limpieza de
cara durante el último cuarto de hora
(y hay que reconocer que la había soportado con encomiable
paciencia),
así es que quedaba libre de toda culpa+
[Lewis
CARROLL, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí]
Mario
López Martínez
Instituto
de Paz y Conflictos (Universidad de Granada)
este texto se ha publicado en F. Javier
Rodríguez Alcázar
(2000),
Cultivar la Paz. Granada. Edit. Universidad de Granada,
pp. 53-111; ISBN: 84-338-2712-X