13 de Diciembre de 2011 - 21 hs.
Tema: "Poder del Pueblo"

Conducido por el Abogado Raúl Arce,  siendo acompañado por los integrantes del Centro de Investigación para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional,  Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí Garay, Sr. Fredy Eiman,  Srta. Francisca Ortiz,  Lic. Wilma Soledad Trúe,  Prof. Rubén Darío Borda,  y  Magíster  Miguel Armando Garrido.

Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce

Temas: Poder del Pueblo.

El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigida por el Dr. Mario López Martinez del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, España, autor de la voz: Mario López Martinez.

¿CÓMO NACE LA EXPRESIÓN EL PODER DEL PUEBLO?
Esta expresión tiene su origen en un eslogan, de 1986, usado por la señora Corazón Aquino en su lucha por derribar la dictadura del general Ferdinand Marcos en Filipinas. Procede de las siglas LABAN, Lakas ng Bayan, que significa “EL PODER DEL PUEBLO”.
Sin embargo, la expresión se hace famosa porque actualiza el término Resistencia Civil de Masas en el vocabulario del discurso político de fines del Siglo XX. Ningún analista sospechó que una insurrección contra una dictadura cívico-militar desempeñaría un papel tan crucial en la comprensión de acontecimientos posteriores como las revoluciones de Europa Oriental en 1989, los levantamientos en la China post –Mao  (Plaza de Tiananmen), la oposición civil al golpe pro-comunista en Rusia (1991), o el final del Apartheid en Sudáfrica; o que sirviera para analizar, también, análisis complementarios para comprender la retirada de las dictaduras y los regímenes militares de derechas –en Chile, por ejemplo, en gran parte de América Latina-, así como en Tailandia y en Corea del Sur.
Si bien los levantamientos civiles de masas ya se habían en los dos últimos siglos contra gobiernos coloniales, dictaduras, golpes de estado, ocupaciones extranjeras u otras formas de opresión político-social, sin embargo, lo acontecimientos de Manila
                   “captaron la imaginación del público de un modo muy especial, debido tal
                     vez a la dramática confrontación que hubo entre el ejército, por un lado,
                     que apoyaba la férula dictatorial, y unos elementos civiles por el otro,
                     empeñados en lograr un cambio político democrático”.
A ello cabe añadir el poderoso efecto de los medios de comunicación de masas, especialmente la televisión, que fueron testigos directos y permanentes de todos los acontecimientos dando una sensación de vivir la insurrección EN DIRECTO, con el efecto –inversamente proporcional- para unos y otros, de que cámaras de televisión, emisoras de radio y prensa diaria perjudicaba cualquier estrategia violenta usada por la dictadura, mientras las concentraciones, sentadas, reuniones, etc., de los manifestantes adquirían mayor protagonismo, atraían más simpatías y doblegaban la voluntad de muchos dubitativos, entre ellos muchos soldados de reemplazo  que acabaron desobedeciendo las órdenes de sus jefes de disparar contra la población civil desarmada.
En las Filipinas, el régimen del general Ferdinand Marcos (en la presidencia desde 1965 y con poderes especiales desde 1973) se había mantenido, en gran medida, por el respaldo de los EEUU y por el apoyo de sectores de las clases medias. Sin embargo, a principios de los 80 fue perdiendo soportes debido a sus decisiones de nepotismo, corrupción e ineficacia. Su credibilidad y su situación moral sufrieron un nuevo golpe en 1983 cuando la cabeza visible del conglomerado de fuerzas de oposición, carismático Benigno Aquino, decidió desafiar al régimen regresando de su exilio. La dictadura destapó su cara más cruenta cuando, las propias cadenas de televisión que acompañaban en el avión a Aquino, filmaron –al llegar éste al aeropuerto de Manila-, como varios soldados y policías estatales lo detenían y lo conducían fuera del avión y, en ese mismo acto, lo abatían a balazos ante los ojos del mundo. Aunque, el dictador buscó todo tipo de estratagemas, entre las que estuvo el adelanto de las elecciones presidenciales (a febrero de 1986), esta decisión sirvió como una gran caja de resonancia para que la ciudadanía, las fuerzas políticas de la oposición y la iglesia católica, y algunos sectores del ejército y la policía se unieran apoyando la candidatura de la viuda del político asesinado, Corazón Aquino.
El levantamiento popular filipino transcurrió durante varios días de febrero de 1986 y precipitó todos los acontecimientos pero, no era sino el punto culminante de todo un proceso de desprestigio de la dictadura y de influencia de las tesis de la oposición. La gente perdió el miedo y comenzó a no colaborar y a desobedecer tanto el toque de queda impuesto, como las otras normas de la ley marcial: los soldados apostados en la calle eran abordados cariñosamente y el pueblo confraternizaba con ellos; los oficiales se relajaron abandonando sus puestos de mandos; las emisoras de radio y televisión hicieron causa común con la oposición, legitimando el triunfo electoral de Corazón Aquino y destapando las viejas corruptelas de la dictadura; algunos generales retiraron, en público, su apoyo a Marcos; la Conferencia Episcopal Católica Nacional difundió varios comunicados –leídos en sus liturgias- desmarcándose del fraude electoral y apoyando las vías democráticas, y, las otras iglesias minoritarias hicieron también lo propio.
Lo que demostraba la situación de Filipinas como “PODER DEL PUEBLO” era que, la autoridad de un gobierno quedaba muy seriamente lesionada, incluso podía llegar a quebrarse, si éste recurriera a la violencia pura y dura en su intento desesperado de retener el Poder, llegando a peder cualquier tipo de mando sobre los instrumentos de la violencia estatal (ejército, fuerzas de policía, etc.); cuando esto ocurría, como sucedió en Filipinas, el Poder del Pueblo podía acabar, prevaleciendo sobre la violencia del Estado.

¿QUÉ SIGNIFICO EL CASO DE FILIPINAS?
Igualmente, el caso de Filipinas ha constituido un ejemplo histórico de insurrección contra la dictadura donde está ausente el uso de las armas. Todavía más, tanto las acciones previas desde el exilio de Benigno Aquino como, posteriormente el liderazgo ejercido por su viuda, Corazón Aquino, destacaron por obtener un salto cualitativo en la naturaleza y tipología de la rebelión: supieron atraer hacia las técnicas de resistencia y lucha NOVIOLENTAS a un gran número de ciudadanos (muchos de ellos sectores populares), los cuales evidenciaron una gran capacidad de disciplina y de aprendizaje acelerado para practicarlas, dando como resultado el derribo de la dictadura; sobre todo, y más importante para la HISTORIOGRAFIA DE LA NO VIOLENCIA, la TRANSFORMACIÓN ACELERADA pero no menos profunda de unas masas que, durante la dictadura, estaban habituadas a comportamientos de tipo pasivo, obediente y desmovilizador, por una actitud activa, comprometida y exigente. Ahora bien, ¿ese proceso de derribo de la dictadura y de andadura hacia la democratización del país se hizo a través,  sólo, de las consignas y acciones NOVIOLENTAS? Los últimos trabajos, en este sentido, parecen demostrar lo contrario, esto es, que el uso de formas de lucha sin armas no fue una improvisación, sino fruto del dinamismo de ciertos grupos sociales y de asociaciones vecinales, junto a sectores de la iglesia católica cercanos a la teología de la liberación, los cuales ya trabajan y conocían estas técnicas y que, incluso parece que no eran tan ajenas a ciertas tradiciones de resolver o intervenir en los conflictos por parte de la Cultura Filipina (espacio geográfico mezcla de culturas y etnias muy diversas). Asimismo, por tanto, paralelo a la multiplicidad de factores en presencia y a las decisiones adoptadas por la familia Aquino para apostar por la NO VIOLENCIA como método de lucha, no hay que desdeñar el trabajo que, al menos intensamente, desde 1984, estaba realizando el Movimiento de acción NOVIOLENTO en Filipinas.
Filipinas actualizó el debate, en las Ciencias Políticas, sobre el por qué OBEDECE O DESOBEDECE LA GENTE; CUÁNDO Y POR CUANTO TIEMPO CONSENTIMOS; DÓNDE ESTÁ EL LÍMITE DE LA COOPERACIÓN Y DEL CONSENSO; EN QUÉ CONSISTEN LAS OBLIGACIONES POLÍTICAS; O CUÁNDO SE TRASPASAN LAS FRONTERAS DE LA CONCIENCIA MORAL FRENTE A LAS INJUSTICIAS Y LAS ABYECCIONES.

AMPLIAR LOS CONCEPTOS Y DEFINICIONES DEL PODER
Igualmente, la noción “Poder del Pueblo” –más allá de lo ocurrido en Filipinas-, reavivaba la necesidad de ampliar los conceptos y definiciones de Poder, evitando reducirlos al mero ejercicio o control del gobierno o a los mecanismos o instrumentos del Estado. Por esta misma extensión, la Teoría Política de la NOVIOLENCIA conseguía un mayor crédito al haber vaticinado la importancia transcultural que tendría la Pedagogía, la Cultura y las experiencias Pacifistas, NOVIOLENTAS y Democrático-Participativas, en el Siglo XX, como instrumento que animarían el cambio social, entre las ciudadanías. Dicho de otro modo, los cambios sociales y políticos se podían abordar y alcanzar –además de porque hubiera estructuras de oportunidad y la posibilidad de la movilidad de recursos- porque había suficientes experiencias en métodos y técnicas de la lucha sin armas como para poner en cuarentena la hegemónica noción de la imposibilidad de hacer la revolución o el cambio social sin violencia.

PODER SOCIAL
Por fin, también, estas nuevas condiciones y procesos de cambio sin la necesidad de recurrir a la lucha armada permitían situar las Teorías sobre el PODER SOCIAL en un terreno más favorable para los postulados de la NO VIOLENCIA. Aún estando el Poder Social profundamente arraigado en las relaciones sociales (como por ejemplo el lugar que ocupa cada cual en el espectro social) y en los patrones de comportamiento que están institucionalizados (convenciones y códigos políticos y sociales) en cada tiempo y que penetran por toda la sociedad generando situaciones de marginación o de dependencia, pues bien, aún así, lo que permitirá interpretarse, desde la NOVIOLEN CIA, sobre el Poder Social, es la capacidad de ésta para dinamizar las situaciones de conflictividad señalando que toda liberación es, ante todo, un proceso lento y no súbito, que requiere acciones voluntarias conjuntadas y que es posible realizarlo de manera alternativa a la lucha armada alcanzando la misma o mejor cuenta de resultados.
El “Poder del Pueblo” (trascendiendo el caso de Filipinas como fenómeno local e interpretándolo como un Proceso Transcultural), quería afirmar varias cuestiones: una muy evidente, a saber, que una de sus fuentes o pilares radicaba en su capacidad colectiva para otorgar o retirar el consentimiento a una autoridad. Pero a ésta se añadía otra más controvertida para ser admitida en las ciencias sociales que, la obtención de la liberación política mediante Métodos no armados coadyuvaba a acentuar otros procesos de liberación socio-económico e incluso a remover los cimientos del Poder Social, en la medida en que la NOVIOLENCIA se convertía en algo más que un mero instrumento o método de lucha, para afianzarse como un Programa de Construcción Social.
  
Véase también: Empoderamiento. Noviolencia. Poder.    

                   “Debe impartirse Educación para la Paz, los Derechos Humanos y la
                     Democracia. No puede, empero, limitarse a asignaturas y conocimientos
                     especializados. Es menester que la Educación entera trasmita ese mensaje
                     y que no haya discordancia entre el ambiente institucional y la aplicación
                     de normas democrática. En la reforma de los programas de estudio se
                     debería hacer hincapié asimismo en el conocimiento, el entendimiento y el
                     respeto de la Cultura de los demás, dentro de cada país, y vincular la
                     interdependencia Mundial de los problemas a la acción local. Habida
                     cuenta de las diferencias religiosas y culturales, corresponde a cada país
                     determinar el enfoque de la enseñanza de carácter ético se adapta mejor a
                     su contexto cultural.
                     (Plan de Acción para la Educación para la Paz, los Derechos Humanos,
                     la Democracia y la Tolerancia, UNESCO, 1995).
                     Beatriz Molina Rueda y Francisco Muñoz.  (eds.)”.

 

Volver

Diseño: Ing. Jane García - VGM
Trabajo Donado al Centro de Investigación para la Paz.

  © 2003. Todos los Derechos Reservados
Mejores resultados en 800 x 600