Conducido por el Abogado Raúl Arce, siendo acompañado por los integrantes del Centro de Investigación para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional, Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí Garay, Sr. Fredy Eiman, Srta. Francisca Ortiz, Lic. Wilma Soledad Trúe, Prof. Rubén Darío Borda, y Magíster Miguel Armando Garrido.
Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce
Temas: Pacifismo III.
El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigida por el Dr. Mario López Martinez del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, España, autor de la voz: Mario López Martinez.
2.- LOS ARGUMENTOS IDEOLÓGICO-POLÍTICOS DEL PACIFISMO
Como hemos mencionado más arriba (Pacifismo I y II), el Pacifismo podríamos conceptualizarlo, de una manera muy simple, desde un enfoque negativo. Aquel que haría referencia a que el Pacifismo es, sobre todo, la negación de la guerra como instrumento de la Política, esto es, no admitiría que la “guerra es la continuación de la Política por otros medios”, la conocida máxima de von Clausewitz.
Veamos, a continuación, algunos de los argumentos y posiciones más habituales que se han venido dando a través de los Movimientos Sociales por la Paz.
Negar la guerra y su uso tiene diversas implicaciones. De una parte significa la abominación del Belicismo y de sus argumentos.
El Belicismo es la creencia de que la guerra juega un papel fundamental, inevitable y positivo, para la Humanidad. La guerra sería contemplada por los Belicistas desde varios puntos de vistas y argumentos, algunos de los cuales recogemos aquí, tales como:
IDEAL HEROICO: según el cual, las personas ofrecen sus más altas cualidades y virtudes por cumplir un deber (por ejemplo la defensa de la patria).
SELECCIÓN NATURAL: la guerra sería una forma de selección natural o de lucha por la existencia, siendo los más capaces y los mejor preparados los que asumirán la continuidad de la raza humana y todas las formas de liderazgo que ello conllevaría.
FUERZA EDUCADORA: en tercer lugar, el Belicismo ve en la guerra una fuerza educadora que se despliega: primero, en servicio militar obligatorio y, luego, en la asunción de los múltiples códigos castrenses por una parte o por toda la sociedad, la posibilidad de una forma de vida superior, de una educación para tener una mayor cualificación para soportar la sobrevivencia en este Mundo.
CULTURA SUPERIOR: también la guerra podría ser interpretada como una forma superior de Cultura, como si fuese una forma de progreso y aceleración cultural y tecnológica.
FUERA UNIFICADORA: y finalmente, la guerra sería una suerte de Poder Unificador de grupos humanos frente a enemigos externos, amenazas o inseguridades, la guerra en definitiva cohesionaría.
Frente a todos estos argumentos el Pacifismo afirma que ni las virtudes guerreras, ni la lucha por la existencia, ni la forma de educar, etc., son propias sólo y exclusivamente de la guerra y sus tiempo, sino que son capacidades, virtudes, códigos, etc., que no sólo se pueden dar y se dan en el tiempo de Paz sino que son más propias de personas generosas, valientes, filantrópicas y de nobleza de espíritu que son todas aquellas acciones que hacen pervivir los valores de Paz y de la Justicia renunciando a matar y a crear o extender el sufrimiento humano.
Sin embargo, si bien todo de Pacifismo y de PACIFICISMO estarían en contra del belicismo, como ya hemos podido ver. Ni uno, ni otro, estaría en contra de absolutamente todas las guerras, porque podría darse el caso de que algunas guerras pudieran ser aceptadas.
En la Historia del Siglo XX los mandatarios más importantes del Mundo llegaron al acuerdo de que las únicas guerras legítimas eran las “guerras defensivas” (Pacto Briand-Kellogs, 1928), es decir, las respuesta frente a un ataque o el ejercicio del legítimo Derecho a defenderse. Por ejemplo, el Pacifismo Jurídico aunque desarrolló en el pasado y aún sigue desplegando mecanismos e instrumentos para evitar las guerras y los conflictos que pueden derivar en ellas, admite que todo Estado tiene la posibilidad de defenderse de una agresión respondiendo, proporcionalmente a ese ataque, lo que da pie a la guerra. Desde el punto de vista Jurídico a esto se le podría denominar como el IUS AD BELLUM (Derecho a la Guerra) que es el largo resultado de los debates habidos sobre las “guerras justas” y las “guerras injustas”.
b) GUERRAS JUSTAS Y GUERRAS INJUSTAS
El debate sobre el BELLUM INSTUM fue una aportación de la Cultura Cristiana como respuesta a qué hacer frente a la participación de los seguidores de Cristo en las tareas de la defensa del Imperio Romano. Agustín de Hipona y Tomás de Aquino desarrollaron algunos argumentos o condiciones que fueron ampliándose histórica, filosófica y jurídicamente a través de la “Escuela de Salamanca”. Hoy día se admiten que serían 6 las condiciones para que se pudiera hablar de una guerra justa, a saber:
AUTORIDAD COMPETENTE: es decir que la guerra justa fuese declarada por una autoridad competente o una autoridad apropiada (el jefe político, religioso, etc.).
CAUSA JUSTA: que estuviera motivada por una causa justa, hoy día el ordenamiento internacional vigente formula 2 supuestos para ello: la legítima defensa frente a un ataque y el quebrantamiento de la Paz, en cualquier caso ha de demostrarse que la justa causa tiene objetivos claros, concretos e imprescindibles.
ULTIMO RECURSO: se objeta que la guerra sea el último recurso después de haber agotado todos los posibles e imaginables.
RECTA INTENCIÓN: la justicia de la guerra ha de estar motivada por una recta intención que significa: no aplicar reglas de manera desigual o con doble rasero, restablecer la justicia violada o violentada y esmerarse en la coherencia de las conductas a lo largo del tiempo.
PROBABILIDAD DE ÉXITO: que exista alguna verosimilitud o posibilidad de éxito, que significa que el mal que genera toda guerra no sea inútil, que no engendre más odios y venganzas; y el
PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD: la aplicación del Principio de Proporcionalidad que tiene que ver co la propia guerra y con los medios usados en ella, esto implica que el bien logrado compense el mal causado, que existan medios proporcionados, tratando de combatir por una causa justa con medios justos evitando daños innecesarios o sufrimientos a inocentes.
Los argumentos y criterios para calificar a una guerra como “justa” o “injusta” fueron una de nuestra tradiciones morales más arraigadas dentro de una forma de concepción de la Paz que se construyó, históricamente, en el Mundo Occidental Europeo. Sin embargo, a medida que se fueron relajando tales condiciones acabaron por convertirse e legitimadores de cualquier tipo de guerra (santa, imperialista, colonial, de agresión, preventiva, etc.), en tal sentido el Pacifismo no admitiría ese uso torcido de un debate que nació para conducir al Mundo a una Paz sin guerras.
Otro aspecto del Pacifismo, en sentido negativo, se inclina hacia la limitación o eliminación del armamento, esto es, la apuesta por el desarme.
SIENDO LA GUERRA LA MÁXIMA EXPRESIÓN DE LA VIOLENCIA y considerando las armas instrumentos mortíferos y destructivos, limitar su fabricación, poner reglas y límites a su uso, o no transferir fondos para su investigación son tareas propias de los que se denominan Pacifistas y, también, de algunos grados de PACIFICISMO.
Desde un punto de vista jurídico, la limitación del uso de ciertos instrumentos de guerra se ha desplegado considerablemente a través del IUS IN BELLO (el Derecho o las reglas dentro de la guerra), del Derecho Internacional Humanitario y de los Tratados y Acuerdos que fueron, paulatinamente, limitando, aboliendo o condenando el uso de ciertas armas especialmente mortíferas o dañinas. O, más tardíamente, de aquellas armas denominadas de DESTRUCCIÓN MASIVA de origen biológico, químico o nuclear.
Desde un Enfoque Histórico fue, tras la 1ra. Guerra Mundial y, con el nacimiento del armamento nuclear cuando el Pacifismo por el desarme levantó más alta su voz sobre la locura armamentística y sobre la transferencia de extraordinarias cantidades de recursos humanos y materiales hacia la investigación, fabricación y despliegue de armas como las mencionadas anteriormente.
Así, durante los años 50 y 60 del Siglo XX, los Movimientos FREEZE o de Congelamiento del Armamento Nuclear se fueron extendiendo por los Estados Unidos y, unas décadas después, el despliegue de misiles más modernos en la Europa Occidental dio lugar a las manifestaciones más importantes en cantidad y calidad contra la carrera de armamentos de las 2 superpotencias (END, Movimiento por el Desarme Nuclear Europeo) y que presentaría como propuesta más audaz el desarme nuclear unilateral de la parte Europea del MUNDO LIBRE (la denominada OPCIÓN CERO) y la apuesta por unas formas de DEFENSA ALTERNATIVA (Defensa Civil sin Armas o Defensa Popular Noviolenta) a las potencialidades destructivas, también con la finalidad de que los que rechazaban al Pacifismo porque lo interpretaban como una forma de no defensa, pudieran comprobar cómo éste tenía ideas y formas alternativas para defender la vida de los ciudadanos, sus instituciones y el territorio.
El desarme, no sólo el nuclear sino de otro tipo continúa siendo una tarea presente en los Movimientos por la Paz, por ejemplo, hoy día se sabe que las armas más mortíferas (las que causan el 90% de las muertes en la guerra) son las SMALL ARMS o Armas Ligeras, aquellas que son fácilmente transportadas y fabricadas, a las cuales pueden acceder con comodidad muchos grupos armados convencionales y extralegales y son un gran negocio de un mercado exportador y comprador; igualmente las minas antipersonales son las que causan mayor número de accidentes y muertes posteriores a un conflicto bélico, dejando incapacitadas o lesionadas de por vida a muchas personas. Tanto el control sobre las primeras, como la abolición absoluta de las segundas ha sido objeto de reiteradas campañas de presión hacia los gobiernos del Mundo para parar su lacra, y en esto sigue trabajando el Movimiento Pacifista Internacional.
d) EL ANTIMILITARISMO
Otro posible aspecto del componente Conceptual expresado en forma negativa por el Pacifismo es su antimilitarismo, lo que no significa ir contra las personas concretas que son profesionales o cuadros de un ejército, sino sobre la función que pueden cumplir o sobre los códigos en los que se expresan.
Recordaré que el MILITARISMO es la inclinación al predominio militar en todos los órdenes de la vida y que se expresa, políticamente, bien mediante el predominio de los militares en el gobierno de un Estado, o bien en el apoyo del ejército a un Modelo o Sistema Político. En consecuencia, ser Antimilitarista implica unas cuantas formas de expresión de ello. Posiblemente una de las más conocidas sea la OBJECIÓN DE CONCIENCIA al servicio militar obligatorio que, por su importancia, vamos a tratar más delante de manera específica; pero, no conviene olvidar que también lo han sido –históricamente hablando- el decantarse por la preeminencia del Poder Civil sobre el Militar, el evitar que se produzcan situaciones de PRETORIANISMO (fomento de los privilegios de cuerpo o grupo de los militares frente a otras profesiones), el limitar la presencia militar en la vida civil cotidiana, el frenar radicalmente el intervencionismo militar en la toma de decisiones de un país, la crítica a ciertos códigos militares entendidos como exclusivos de esa profesión (honor, caballerosidad, etc.), o reducir al máximo el ordenamiento especializado de los militares o jurisdicción militar) a un exclusivo ámbito de actuación (la guerra).
Incluso aunque pudiera parecer paradójico podríamos encontrarnos que algunos militares son o han tenido comportamientos antimilitares porque prefieren ser considerados como unos simples profesionales al servicio de su Estado. Ciertamente no es fácil de admitir tal paradoja y, a la larga, los militares de ese talante acaban abandonando los ejércitos cuando han desarrollado suficientemente un grado de Objeción que les hace insoportable vivir militarmente (ejemplo de ello el General Gert Bastian, marido de la famosa verde alemana Petra Kelly).
Sin embargo, es la Objeción de Conciencia al servicio militar obligatorio una de las expresiones más acabadas del antimilitarismo y del rechazo a la guerra (siempre que aquélla esté bien motivada y no sea expresión de una mala práctica ciudadana: la propia de un gorrón, de un polizón o de un parásito).
En realidad debería interpretarse como una actitud en positivo, que considera que los conflictos del mundo, en general; y, que la violencia en particular, no pueden ser resueltos con instrumentos de guerra o con un rearme militar de la Sociedad Civil. En consecuencia, para los Objetores, un ciudadano responsable no debiera contribuir a tales instrumentos realizando un servicio militar. Ello significaría, ser conscientes, de no incorporar más violencia al Mundo o de legitimarla cooperando con ella cuando, verdaderamente, no se cree que ésta pueda resolver los problemas del Mundo.
El Objetor puede ser una PACIFISTA ABSOLUTO según lo cual hace de la máxima, “No matar”, su ideal y horizonte de vida, y no cambia para él en ninguna circunstancia, en consecuencia considera absurdos el mantenimiento de los ejércitos y el hacer la guerra, al margen del Modelo de ejército o la función restrictiva que cumpla y orillando la distinción o clasificación de la guerra como defensiva u ofensiva, justa o injusta, etc., para él toda guerra es una forma de abyección y no está dispuesto a colaborar con esa forma de mal.
Si bien la mayor parte de los Objetores se encuadrarían dentro de una forma de PACIFISMO RELATIVO O CONDICIONAL y, aquí, habría muchos grados y circunstancias, por ejemplo uno de ellas sería la posibilidad de negarse a hacer el servicio militar y, en consecuencia aportar armas o matar a otros pero, podría ver aceptable la existencia de ciertos ejércitos o, al menos, de ciertas formas de defensa o, aún, de guerras defensivas o de liberación e, incluso, en ciertas circunstancias podría reconsiderar su objeción ante un inminente peligro o algún tipo de guerra, el valor de la vida pasaría aquí a un segundo plano pero siempre sería sustituida por un ideal de igual valor a ella, quizá la libertad o la justicia pero difícilmente podría ser la patria, la soberanía de su Estado o cosas similares (por tanto parece que iría más allá de un mero PACIFICISMO).
Dado que existen muchas expresiones de ese relativismo sólo en un análisis pormenorizado de las mismas se podrían considerar, también, los grados de coherencia de tal.
Finalmente el Objetor de Conciencia al servicio militar puede optar por 2 vías, siempre que éste regulado ese Derecho: o bien prestar un servicio sustitutivo de naturaleza civil lo que no deja de ser un acto de CONSCRIPCIÓN, es decir, obligar a que un ciudadano preste un servicio semi gratuito a la comunidad, lo que tiene evidentes implicaciones ideológicas, económicas, sociales y personales por parte de los que lo realizan, del conjunto de la sociedad y del Estado; o, bien negarse a esto y optar por la INSUMISIÓN que sería una expresión muy clara de desobediencia civil, esto es, sería un acto deliberado en contra de una ley u ordenamiento en el que se protesta contra la conscripción por considerarla lesiva a los Derechos de Ciudadanía. Habría unas cuantas consideraciones de tipo jurídico, ético-político e histórico para argumentar ambas posiciones pero no me voy a detener en ellas. Ambas posturas, sin embargo, tiene un alto grado de coherencia pero responderían, más allá de las circunstancias concretas e históricas, a visiones que podrían llegar a ser notablemente diferentes sobre la función y la relación entre el Ciudadano y la Comunidad Política.
Véase también: Métodos de Acción Noviolenta. Noviolencia. Paz Positiva.
Pacifismo Religioso.
“Mario López Martinez dice: Poder Pacifista: ¿Qué Estratégias son las más
utilizadas para desarrollar Empoderamiento?... lo importante es, …..
conseguir pasar de la reflexión a la acción. Desarrollando destrezas,
habilidades y aptitudes que permitan la movilización de recursos. Buscando
el encuentro con otros para reunir mejores soportes y potenciación social.
Conociendo con más exactitud las conexiones sociales y las mediaciones que
permitan la negociación y la intervención en los conflictos. Extendiendo la
educación popular bajo la premisa de que nadie libera a nadie sino que nos
liberamos juntos.
Manual de Paz y Conflictos. Beatriz Molina Rueda y Francisco A. Muñoz.(eds.)”.