26 de Octubre de 2010 - 21 hs.
Tema: "Nuevo Orden Económico Internacional"

 

Conducido por el Abogado Raúl Arce,  siendo acompañado por los integrantes del Centro de Investigación para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional,  Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí Garay, Sr. Fredy Eiman,  Srta. Francisca Ortiz,  Lic. Wilma Soledad Trúe,  Prof. Rubén Darío Borda,  y  Magíster  Miguel Armando Garrido.

Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce

Temas: Nuevo Orden Económico Internacional.

El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigida por el Dr. Mario López Martinez del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, España, autor de la voz: Jorge Hurtado Jordá.

¿QUÉ ES EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO INTERNACIONAL?
Un Nuevo Orden Económico Internacional es la reivindicación que los países recién accedidos a la DESCOLONIZACIÓN y a la Independencia Política formularon en las instituciones internacionales, creadas a partir de 1944, frente a las antiguas metrópolis y los países más desarrollados. Dicha reivindicación, sin embargo, resulta inseparable de la comprensión de las dificultades para el desarrollo de los Estados formalmente emancipados, en el período postcolonialista, y de la emergencia del TERCER MUNDO como construcción sociopolítica, es decir, en palabras de Sauvy rememorando a Sieyes, del segmento mayoritario de la población mundial “ignorado, explotado, despreciado como el Tercer Estad, (que) también quiere ser algo”.
Los países que integran ese Tercer Mundo presentaban, en efecto, características comunes (población en rápido crecimiento, dependencia agrícola e industrialización insuficiente, ser colonias hasta tiempos recientes, pobreza extensa), que reforzaban la impresión de ser una “comunidad de destinos”, como afirmaba, en 1955, la Declaración de la Conferencia de Bandung, que constituye el acta de nacimiento del Movimiento de los No Alineados, es decir, ni con Washington ni con Moscú, ni con el Primer Mundo ni con el Segundo Mundo. Y, sobre todo, desde principios del Siglo XX, pero mucho más tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, dichos territorios se habían mostrado significativamente menos dóciles de lo esperado.
La Descolonización fue, por tanto arrancada tanto como otorgada, pero no consiguió remover obstáculos que se oponían al logro de una cierta independencia más allá de la puramente formal. En el contexto de los años 50 y de principios de los 60, en plena Guerra Fría, los líderes de los grandes países del Tercer Mundo (Mao Zedong, Nehru, Nasser, Sukarno, Tito, N´kruhma), cimentaron así las bases del Movimiento de los Países No Alineados, primero euroasiático, y tras el triunfo de la revolución en Cuba, tricontinental, la llamada “Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina”. Y fue del seno de este Movimiento de los No Alineados, al que no fue invitada la URSS, que surgieron la reivindicación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), los intentos de apertura de un Diálogo Norte-Sur, la creación de la OPEP en 1960, y la del “Grupo de los 77” en 1971.

DE QUE TRATA EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO INTERNACIONAL (NOEI)
El NOEI tratará precisamente de modificar el viejo orden económico global, jerárquicamente organizado y controlado políticamente por Estados Unidos, concebido en Bretton Woods en 1944, y que estará vigente hasta 1971 con la crisis inducida en el Sistema Monetario Internacional por los mismos Estados Unidos, como consecuencia de sus dificultades para seguir manteniendo su ventaja competitiva frente a Europa y Japón, con recursos drenados por su papel de gendarme político/militar en Indochina, mientras la URSS cumplía similares papeles (la Doctrina Brezhneviana de la “soberanía limitada”) en su área de influencia, las zonas ocupadas por las tropas soviéticas al finalizar la II Guerra Mundial.
El problema de este orden bipolar, de este duopolio imperial, aunque desequilibrado, fueron: primero, los descontentos (Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968, Polonia en 1980/81, en el bloque soviético; y China en 1949, Cuba en 1959, Argelia en 1962, Vietnam y las zonas de África aún colonizadas o en las que imperaba el “Apartheid” durante los 60/70 y más allá, en el bloque comandado por Estados Unidos); y, segundo, la constatación de que, puesto que el Sistema Global seguía siendo capitalista, las regiones situadas fuera del CENTRO seguían siendo incapaces de alcanzar a los países ricos. Por el contrario, tras 2 décadas de estrategias oficiales de desarrollo auspiciadas por Naciones Unidas, lo que se constataba en los primeros 70 era el agravamiento de los desequilibrios entre el Norte y el Sur y la profundización del Subdesarrollo (el “Desarrollo del Subdesarrollo” en expresión de Frank) de los países periféricos.
Dicha constatación conducirá, así, de una parte, a la decisión de elevar sustancialmente los precios del petróleo por parte de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) en 1973, como consecuencia del apoyo estadounidense a Israel en la Guerra de Yom Kippur, que aparentemente supuso una prueba simbólica del nuevo Poder de los Países Terceros. En los hechos, sin embargo, importa recordar que dicha medida sólo fue posible por el apoyo a la misma de los aliados más firmes de Estados Unidos en Oriente Medio (Arabia Saudita y el Irán del Sha), de modo que debemos tomar en consideración a quien benefició y a quien perjudicó realmente. Beneficio, desde luego, a los países productores, que se encontraron así con una abundante cosecha de “petrodólares”; a las multinacionales de petróleo, en su mayoría estadounidenses; a los grandes bancos de los países avanzados, donde fueron depositados los petrodólares; y a Estados Unidos, mucho menos dependiente del petróleo que sus competidores inmediatos, la Europa avanzada y Japón. Para el resto, sin embargo, y singularmente para los países terceros y del bloque soviético no productores de petróleo, el impacto fue devastador, al encontrarse con dificultades adicionales para vender sus materias primas y productos primarios en los países avanzados, con una demanda desfalleciente, al tiempo que se incrementaba el costo de las importaciones y, sobre todo, de las importaciones petrolíferas.

NACIONES UNIDAS APROBÓ LA DECLARACIÓN Y PROGRAMA DE ACTUACIÓN PARA EL ESTABLECIMIENTO DE UN
NUEVO ORDEN ECONÓMICO INTERNACIONAL
Por otro lado, sin embargo, las dificultades crecidas con dicha medida fueron reconocidas en la sexta sesión especial de las Naciones Unidas, el 1 de Mayo de 1974, en la que se aprobó la Declaración y Programa de Actuación para el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, en reconocimiento de la grave situación en la que se hallaban los países subdesarrollados, agravada por el shock petrolífero de 1973, que desequilibrio dramáticamente los presupuestos públicos y la balanza de pagos de los países terceros.
Ahora bien, la enumeración de los objetivos previstos en dicha declaración y su contraste con las reclamaciones recientes del Grupo de los 77, que agrupa en realidad a 133 países que concentran el 80% de la población mundial, permiten entender hasta qué punto el espíritu de Bandung ha desaparecido, sustituido por la GLOBALIZACIÓN liberal, pero también el inmenso retroceso que el último cuarto del Siglo XX ha supuesto para buena parte de la población mundial.

LOS OBJETIVOS DEL NUEVO ORDEN ECONÓMICO INTERNACIONAL (NOEI)
En 1974 pueden resumirse en 6 puntos:
1.- Objetivos de Ayuda y Asistencia, por los que se demandaba, ya a mediados de los 70, que cada país desarrollado dedicara una cantidad mínima equivalente al 0,7% de su PNB a ayuda al Desarrollo, más otras medidas, como la renegociación de la deuda;
2.- Objetivos en el Comercio Internacional, tales como la mejora de los términos y condiciones del comercio entre el Norte y el Sur, la eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias que limitan las exportaciones de los países periféricos, y el fortalecimiento de la cooperación técnica y económica entre los países menos desarrollados;
3.- Objetivos en las Finanzas Internacionales, como la reforma del Sistema Monetario Internacional, la promoción de tipos de cambio estables, la protección contra los efectos de la inflación, y una adecuada participación de los países periféricos en la adopción de decisiones en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial;
4.- Objetivos de Industrialización, Ciencia y Tecnología y Actividades de empresas transnacionales, por lo que se instaba a la industrialización de la periferia, la transferencia de tecnología a los países menos desarrollados, la regulación y supervisión de las prácticas de las transnacionales, y la explotación equitativa de los recursos naturales;
5.- Objetivos Políticos, como aquellos dirigidos a asegurar la soberanía económica de los Estados, estableciendo compensaciones por las situaciones anteriores de explotación y de dominio y el logro del desarrollo industrial;
6.- Objetivos Sociales, tales como lograr una distribución más equitativa del ingreso y la riqueza, elevar el nivel de empleo y su calidad, la ampliación y mejora de la educación, la sanidad, la nutrición, la vivienda y la asistencia social.

¿QUÉ ES, EN CAMBIO, LO QUE HOY, MÁS DE UN CUARTO DE SIGLO MÁS TARDE, RECLAMA EL GRUPO DE LOS 77?
Lo mismo, pero sin duda, con una muy inferior fuerza política y desde situaciones dramáticamente agravadas por el desvanecimiento de aquel sentimiento de una “comunidad de destinos”, la intensificación de la competencia, la heterogeneidad creciente de los antiguos terceros mundos y, sobre todo, la oposición, explicita o larvada, de los países centrales, y singularmente de Estados Unidos, a los planteamientos del NOEI. La ayuda al desarrollo, en efecto, lejos de aproximarse al 0,7% del PNB de los países avanzados ha disminuido constantemente (0,23%, por ejemplo en España), y, además, está condicionada política y comercialmente. Las barreras comerciales y arancelarias que los países ricos erigen frente a las exportaciones de los países pobres (en productos agrícolas, pero también en industrias como el textil, el vestido o el calzado) han crecido en las últimas décadas, como reconoce el mismo Banco Mundial, a la par que las subvenciones agrícolas en los países del Norte, que permiten a los productores más ineficientes de los Estados centrales mantener su cuota de mercado. Pese a las peticiones de condonación, la deuda externa, varias veces pagada de no haber mediado perturbaciones monetarias externas originadas en Estados Unidos, es un dogal que imposibilita el Desarrollo de muchos países periféricos y el instrumento de una constante intervención del Norte a través del organismo supuestamente multilateral, como el Fondo Monetario Internacional y sus “políticas de ajuste de talla única”. La industrialización de algunas áreas semiperiféricas y periféricas, en cambio, es un hecho, cuyo objetivo último ha sido la competitividad negativa, la destrucción del Poder Sindical en el Norte y el tradicional “ciclo del producto”, pero el monopolio tecnológico y la posibilidad de patentar privadamente la vida que a todos pertenece permanecen firmemente en manos de las transnacionales del Norte, ajenas a todo control y que concentran una porción creciente de la producción (aproximadamente 1/3) y del comercio (aproximadamente 2/3) mundiales. Los casi-Estado del Sur, por último , se disuelven generalizadamente con la reaparición de los fundamentalismo, de las guerras civiles desestructuradas de las posguerra fría, con el imparable auge de la economía criminal que penetra y corrompe sus estructuras, o con la retribalización de la vida social y el inmenso peso de la economía informal o sumergida, al margen de toda regulación estatal, que detrae recursos para el mantenimiento de políticas sociales elementales, cuestionadas además por las presiones de las instituciones de gobierno mundial (FMI, Banco Mundial, OMC, OCDE).

UN NUEVO ORDEN ECONÓMICO INTERNACIONAL
Es, pues, hoy, más que en los 70, una reivindicación plena de sentido, pero también a contracorriente de las políticas imperantes en las últimas décadas, que han reforzado una extrema polarización social, económica y demográfica entre el Norte y el Sur, mermado las formas de expresión democrática, desmantelada parcial o totalmente las estructuras de bienestar, y deslegitimado a los Estados de forma peligrosa para la estabilidad misma del sistema. Resta por comprobar si las elites apuestan por seguir obteniendo ventajas a corto plazo, por restaurar la credibilidad de los Estados, o por ensayar nuevas formas de legitimación sin esperanza, inevitablemente más violentas y lesivas para los Derechos Humanos.

Véase también: Banco Mundial. Fondo Monetario Internacional. Nueva Economía.  
 
                “Mario López Martinez dice: TODA ACCIÓN HUMANA DE RELACIÓN
                  SOCIAL CONSTITUYE UNA RELACIÓN DE PODER (diríamos mejor:
                  una forma de ejercicio del Poder). Decimos,  también, se hace siempre lo
                  se PUEDE hacer. Es el Poder que uno despliega el resultante de nuestra
                  FUERZA y de nuestras POSIBILIDADES, las que tenemos y las que nos
                  dan otras personas y las cosas sobre las cuales pretendemos ejercer nuestro
                  Poder. Sin embargo, nada hay en este concepto en el que aparezca el
                  término violencia al que tradicionalmente se ha asociado.             
                  Manual de Paz y Conflictos. Beatriz Molina Rueda y Francisco A. Muñoz.(eds.)”.

                                                      

 

 

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