29 de Noviembre de 2011 - 21 hs.
Tema: "Perdón"

 

Conducido por el Abogado Raúl Arce,  siendo acompañado por los integrantes del Centro de Investigación para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional,  Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí Garay, Sr. Fredy Eiman,  Srta. Francisca Ortiz,  Lic. Wilma Soledad Trúe,  Prof. Rubén Darío Borda,  y  Magíster  Miguel Armando Garrido.

Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce

Temas: Perdón.

El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigida por el Dr. Mario López Martinez del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, España, autora de la voz: Marta Burguet Arfelis.  

¿QUÉ ES EL PERDÓN?
Este concepto se define comúnmente como el ofrecimiento de disculpas por parte del ofensor al ofendido?

¿QUÉ SE QUIERE CONSEGUIR CON EL PERDÓN?
Con el Perdón se quiere conseguir la reconciliación, el restablecimiento de la amistad, la armonía o la relación perdida.

¿QUÉ PERMITE EL PERDÓN?
El Perdón permite que no se perpetúe el daño sufrido, tanto si éste está orientado a los demás como a uno mismo.

¿QUÉ ROMPE EL PERDÓN?
El Perdón rompe con esa espiral de violencia que se desencadenaría con ojo por ojo y diente por diente. Además, elimina los resentimientos y hace que éstos se sanen a través del proceso. El Perdón es también una proyección hacia el Futuro, liberando del hecho de aferrarse al pasado y liberando a su vez del espíritu de venganza.

¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR DE PERDÓN?
Así pues, hablar de Perdón es hablar de liberación. El Perdón libera de los resentimientos, de caer en la espiral de la violencia, libera de la venganza y del pasado.
Un pasado mal sanado, mal cerrado, hace que se perpetúe en el presente esa herida que sigue abierta, de tal modo que el ofendido sigue resentido por esa ofensa llegando incluso a traspasarla a las generaciones futuras. De ese modo se vive prisionero de un resentimiento constante que engendra cada estrés y deseo de venganza. Cualquier suceso se lee en clave de resentimiento y la hostilidad crece hasta tal punto que la actitud defensiva aflora a menudo. Una persona que ha sentido ofendida su estima desde la infancia tenderá a estar, siempre, a la defensiva ante cualquier posible ataque, de tal modo que invertirá muchas energías en ello y vivirá con una sobrecarga de energía que le hará atacar antes de que se sienta realmente herido de nuevo.

¿POR QUÉ EL PERDÓN ES NECESARIO?
El Perdón es necesario porque no es el estado normal vivir enemistados y con angustia permanentemente entre las personas. Desde la enemistad y la división se produce odio generalizado, espíritu de venganza, adicción a la violencia, afán de competición, apatía generalizada, traición, violación de la fama y el prestigio, rabia, etc., con lo cual disminuye la capacidad para resolver los conflictos de forma Pacífica.
El Perdón rompe con la espiral de venganza. Ante la ofensiva recibida, la persona siente que debe vengarse, que está en su derecho. La venganza provoca una satisfacción inmediata, pero brevísima, porque de inmediato quien la ejerce sabe que el otro estará también en su derecho de vengarse. De tal modo que esa espiral sigue su vía ascendente sin concluir nunca. Sólo verá su fin a través del perdón que llevará a la reconciliación entre las partes implicadas.

EL PERDÓN APUESTA AL PRESENTE Y SE PROYECTA EN EL FUTURO SALVANDO EL PASADO.
Podemos perdonar la historia, nuestro propio pasado, el pasado de los diversos pueblos y naciones. Los responsables de los hechos ocurridos son quienes los provocaron. Las culpas, como las glorias, no se heredan. Hemos heredados una historia, con sus glorias y sus calamidades, pero no somos esclavos de ella. No podemos reproducir héroes colectivos ni enemigos comunes. Si a mí me cuentan que debo despreciar a los del país vecino porque hace 200 años estuvieron enemistados con nuestro país, y me educan para que nazcan en mí motivos para ir en su contra me estarán traspasando un resentimiento absurdo, pues las personas que existimos en la actualidad no tenemos motivos directos de enemistad con ellos. Si mis progenitores me cuentan que debo estar enemistado con el hijo de otra familia porque su abuelo y mío se pelearon, me están traspasando un resentimiento absurdo. Ni el hijo de esa familia ni yo tenemos ahora ningún motivo para no ser amigos. Esta idea queda claramente expresada en los puntos del documento de la “Carta de la Paz, dirigida a la ONU”.

ELIMINAR ESOS RESENTIMIENTOS ES UNA CUESTIÓN DE OPCIÓN, DE ACTITUD COHERENTE HACIA LA VIDA.
Podemos optar por vivir anclados en el resentimiento o bien por vivir anclados en el Perdón. En esta línea Vicenc Fisas habla de “OPTAR EL DERECHO A NO TENER ENEMIGOS”. Alimentar esos resentimientos es cargar las pilas para descargar contra el otro. Renunciar a los resentimientos es renunciar al deseo de guerra, de cólera, de venganza.
En este sentido la historia debe recoger las semillas de reconciliación, los hechos de Paz que evitaron conflagraciones o los momentos de perdón que se dan en una guerra. La película LA LISTA DE SCHINDLER es un ejemplo de ello. Se han dado muchos casos en los que un bando ayuda al bando opuesto. Es posible construir una historia que desemboque en reconciliación, tejida a través de actos de Perdón. Esos tesoros son memorias que también hay que hacer públicas. Podemos escribir una novela, componer una canción, redactar un artículo de prensa, difundir una noticia, una serie televisiva, escribir la historia de un país, etc., en clave de Perdón o perpetuando resentimientos absurdos.
Si en un proceso de enfrentamiento actuamos desde el “ojo por ojo”, todos quedaremos ciegos. La única vía para romper esa espiral de violencia está en ceder para anclarse en el Perdón. Quien Perdona está dispuesto a absorber el mal y la violencia para que cese ese espiral. No responder con actitudes agresivas –ya sean armadas, psicológicas o culturales- ante un hecho destructivo o una actitud de robar prestigio o fama sería actuar a modo de agujeros negros o vertederos incontrolados, que absorben lo que sobra, de los que ya no sale más afán de venganza. Absorben sin retornar diente por diente ni ojo por ojo.

LA FIRMA DE UN ACUERDO DE PAZ ES UNA PAZ IMPUESTA POR LAS CIRCUNSTANCIAS, PERO LA PAZ NUNCA DEBE SER IMPOSICIÓN.
Es preciso un acuerdo de corazón, desde la voluntad. Ahí tiene su papel el Perdón, como seguro de la Paz. Así también, el Perdón nunca puede ser impuesto.
Los procesos de Reconciliación consisten en ofrecer el Perdón como actitud cordial, como gesto de cordialidad hacia quien nos ha ofendido. La ofensa genera sentido de venganza. Sólo podemos asimilarla desde el Perdón. Tiene, por tanto, un efecto terapéutico en cuanto comporta una modificación de la percepción negativa de uno mismo y del otro para llegar a los sentimientos y las emociones. Para que no nos afecte, debemos comprender al otro para que no nos cause daño psicológico y no tengamos por qué reaccionar en contra. Comprender no es justificar la acción del otro.
El ofendido, al ofrecer el Perdón, se sobrepone a la correlación instintiva de venganza y se sobrepone a si mismo. El Perdón incluye el deseo de volver a relacionarse con el otro y es condición necesaria para conseguir la Paz; para desbancar el enemigo invitándolo a ser amigo.

PERDONAR NO SIGNIFICA OLVIDAR.
Olvidar sería que no quede nada en el registro mental. La capacidad humana de memoria impide olvidar. Podemos tratar de borrar el daño psicológico causado, el resentimiento, de tal modo que el recuerdo no afecte negativamente la percepción de uno ni de los demás. En los conflictos, los sentimientos son importantes, y ahí es donde entra el papel  de la reconciliación, sanando los sentimientos, no tratando de borrar los hechos ocurridos. Olvidar sería una postura ingenua. Por ejemplo, no debo olvidar que el otro a menudo me pondrá obstáculos. Sería ingenuo por mi parte e impediría prevenir conflictos futuros.
Sin embargo, sin olvidar podemos perdonar, y en primer lugar perdonarnos a nosotros mismos. Lo que no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos, difícilmente se lo perdonaremos a los demás: reconocer que cometemos errores, pero no creer que no valemos para nada. Perdonar rebaja la tensión. A menudo no se quiere perdonar porque uno se considera con el Derecho de volverse en contra, de devolver lo que a uno le han hecho, de actuar en relación a la violencia recibida.

EN CUALQUIER ACTO DE VIOLENCIA, ENTRE VÍCTIMA Y AGRESOR SE DA EL SIGUIENTE PROCESO:
1.- ante el trauma que sufre la víctima, está considera que debe ejercer la violencia respecto a su agresor;
2.- el agresor sufre de culpabilidad y vive con el temor de que la víctima ejerza la violencia contra él.
Se establece así una cadena de traumas.
Ahí es donde desde los procesos judiciales se delega responsabilidad a un ente con potestad representativa para ejercer el dolor o pena sin sufrir culpabilidad (estado, justicia, deidad).
Johan Galtung, reconocido Investigador por la Paz, propone 3 “R” (Reconciliación, Reconstrucción y Resolución) a aplicar ante estos procesos, y propone llegar a una relación de simetría entre las partes implicada. Su propuesta consiste en aplicar el Modelo de Verdad y Reconciliación.
Este Modelo parte de que el agresor reconozca el daño causado, y de que la víctima perdone al agresor. Para ello el agresor debe restituir el daño ocasionado ante la victima y el Estado. En el caso del Apartheid en Sudáfrica, se aplicó este Modelo. Culminaba con la amnistía que garantizaba el Estado a los agresores.
Desde su análisis, Galtung apuesta por estas 3 formas:

  1. Resolución: cambiar las estructuras para resolver el conflicto.
  2. Reconstrucción: resarcir, en la medida de lo posible, los daños ocasionados a la estructura, a la naturaleza, a la cultura.
  3. Reconciliación: para restablecer la comprensión mutua, rectificar voluntariamente los errores y los sentimientos.

Desde la apuesta por el Perdón, hay que educar a las personas para querer perdonar al que nos ha ofendido y aceptar el Perdón que el otro nos ofrece. Tan difícil es perdonar como aceptar el perdón recibido. Tan necesario es ofrecerlo como recibirlo. Dos claves de un mismo proceso que son fundamentales para la Paz.  
          
Véase también: ONU. Reconciliación. Tribunal Penal Internacional.

Para favorecer la adquisición de valores y actitudes como la Solidaridad, la Creatividad, la Responsabilidad Cívica, la Capacidad de Resolver Conflictos por métodos no violentos y el sentido crítico hay que introducir en todos los niveles de los programas de estudio una auténtica Educación Cívica que comprenda una dimensión internacional. (Plan de Acción para la Educación para la Paz, los Derechos Humanos, la Democracia y la Tolerancia, UNESCO, 1995). Beatriz Molina Rueda y Francisco Muñoz.  (eds.)”.

 

 

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Diseño: Ing. Jane García - VGM
Trabajo Donado al Centro de Investigación para la Paz.

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